Esta verdura, denominada “lengüeta de tierra” por responsables de su expansión geográfica, los árabes, pertenece a la familia de las Asteráceas o Compuestas, al igual que el girasol, achicoria, endibia, escarola, lechuga y cardo.
Del “Me quiere, no me quiere” de las flores surge el “Hoja a hoja se come la alcachofa”, sin duda otra flor, esta vez comestible, que merece ser degustada poco a poco.
Y es que, como bien muestra el refranero español en el dicho “Quiero ser alcachofa, para que el que me desnude llegue a mí corazón”, las alcachofas guardan en el interior de su estructura su parte más sabrosa, rica e intensa. Es por ello que en su preparación deben desecharse las hojas más externas y fibrosas.
Por su bajo poder calórico, su alta proporción de fibra, vitaminas, minerales y proteínas es considerada por algunos como uno de los mejores alimentos a incluir en las dietas de adelgazamiento. Además posee multitud de virtudes fisiológicas, tales como efecto regulador del colesterol, capacidad antiinflamatoria y diurética.
Sin embargo, no podemos caer en el error de seguir dietas milagro consistentes en un consumo desmesurado de alcachofas que elimina otros tipos de alimentos y prometen una pérdida de peso significativa en poco tiempo. Como toda alimentación desequilibrada, conlleva riesgos de déficit nutricional que comprometen nuestra salud. Podemos beneficiarnos de las características positivas de las alcachofas con su consumo regular dentro de una alimentación variada y saludable. (Ficha Nutricional)