El espárrago blanco y verde (Asparagus officinalis) pertenece a la familia de las Liliáceas, al igual que el ajo, puerro y cebolla.
Es un tallo de la esparraguera, de forma alargada, con una longitud variable según la tipología y una disposición de yemas terminales escamosas encargadas del desarrollo en altura.
Su origen se establece en Turquía. La historia cuenta que era un alimento muy valorado por las culturas egipcias, griegas y romanas debido a su influencia positiva sobre el funcionamiento del organismo humano. Los principales productores de esta hortaliza en la actualidad son Italia, Francia y Alemania.
Sus requerimientos edafoclimáticos se resumen en una gran sensibilidad ante variaciones térmicas y exceso de humedad y la necesidad de contar con suelos de estructura franca o franca arenosa-limosa.
Las variedades pueden dividirse en:
Los meses en los que se cultiva son los de enero a mayo, aunque pueden adquirirse durante todo el año gracias a las técnicas de invernadero.
Su porcentaje calórico es muy bajo y su cantidad de fibra es elevada, por lo que se incluye de manera habitual en dietas de adelgazamiento.
Dentro de las características que propiciaron su consumo en la antigüedad cabe destacar su gran poder diurético derivado de su alto porcentaje en potasio. Es ésta la razón por la que se prescribe a personas con problemas reumáticos, como la gota, que requieren una desinflamación de la acumulación de líquidos que se produce a nivel articular y personas con fuerte predisposición a la formación de cálculos renales.
Su contenido en otras sustancias no nutritivas y con grandes beneficios fisiológicos como los flavonoides (quercetina, kaempferol y rutina) es elevado.